En Argentina, y más precisamente en Tucumán, pareciera que las causas nobles se mueven al ritmo de las modas. Ahora, gracias a las redes sociales, todo el mundo está poniendo en su muro o tuiteando #ElFamatinanosetoca con la premisa de que la megamineria a cielo abierto destruye y contamina nuestro medio ambiente.
Por supuesto que de ser cierto, y creo que lo es, es absolutamente positivo que todos nos sumemos a este tipo de causas, ante la inacción o complicidad de los gobernates de turno. Lo que realmente me llama la atención es lo cínico que podemos llegar a ser en el apoyo. En Tucumán tenemos a la vuelta de la esquina a La Alumbrera, mega emprendimiento minero que viene socavando nuestra tierra, usando nuestra agua y contaminando nuestro medio ambiente desde años. Por toda la geografía tucumana un mineraducto envía material, y hay estadísticas que demuestran aumento de cáncer en cifras impresionantes. ¿Cual es nuestra postura al respecto? recibimos sin chistar las miseras regalías que brindan a la UNT, al tiempo que se encargan de construir mejoras en los hospitales y usan parte de su dinero en aleccionar a cierto "periodismo" de las bondades de la minería (conozco personalmente un caso en Concepción de una persona de radio que pasaba puntualmente todos los meses su facturita de monotribustista por una empresa satélite de la mina).
No solo es la mina el único ejemplo, al espíritu ambientalista tucumano de pronto se le olvida que venimos contaminando de forma alevosa el embalse del Rio Hondo con nuestras industrias, cloacas y basura común todos los días, pero poco nos mueve. Ni las acciones legales iniciadas por la provincia de Santiago parecen crear conciencia.
El tucumano es capaz de aportar todos los meses a Greenpeace, pero la basurita en la calle no la tira en el cesto. Te tuitea sobre el Famatina, pero a la Alumbrera no le dice nada. Te pega la calco "no a las papeleras" por Botnia, pero Papelera del Tucuman contamina mucho mas. Te llora por el hambre del mundo, pero aparece una Barbarita y se esconde bajo de la cama. Así de complicado somos
